Sé que si me quedo moriré lentamente
tan lentamente como el olvido doloroso y amargo
alma estéril consumida en la imposibilidad.
El polvo será esparcido en este enorme jardín de rosas,
gladiolas y azucenas
las flores, que
ahora dejo, que con esmero cultivé
ahora no me
dicen nada
permanecen calladas bajo enigma frío y sin gotas.
Son flores suspendidas en el tiempo
simples
pasajeros en tierra deshabitada.
Mía es la vida, se presentó como prestada
sensualidad inmersa en certezas caóticas
donde las utopías pertenecían a otra galaxia
donde la blancura pintó acuarelas en la línea de los versos
donde todos tuvieron culpa y pocos aceptaron
donde volátil fue la esperanza en los días venideros.
Si tan solo un rayo de luz apareciera
hasta en los últimos instantes de su vida permanecería,
pero poco se puede hacer cuando el umbral se ha desgastado
ante los ojos del tiempo
el sentimiento engendró la flor amarga del desencanto
¡Cuánto haces, cuánto vales! ese es el
precio.
El cielo confabuló espejismos en el viento
y la luna cautivó el alma
La sutil fragancia de los sueños
se sumergió en laberintos de silencios
Ese verde armonioso de la espesura sin nombre
con alas altivas emprendió el vuelo,
a su paso desgajó un alud de señales
sembrando desiertos.
Inadvertida la razón, con golpe seco estremeció montañas
¡aquí, no
hay certezas!
simple negociación de mercenarios
y tristemente, la vida se nutre de sueños.